
Pablo Escobar y Mario Vargas Llosa: Una reflexión que sigue sacudiendo conciencias
Hoy quiero hablarles de una historia que conecta dos mundos opuestos: el del crimen y el de la literatura. Por un lado, Pablo Escobar, el capo del narcotráfico colombiano, y por otro, Mario Vargas Llosa, el escritor peruano galardonado con el Nobel de Literatura. Dos nombres que, aunque de orígenes y caminos totalmente distintos, se cruzaron de una forma inesperada que ha vuelto a estar en boca de todos.
El 13 de abril se confirmó la muerte de Vargas Llosa, una pérdida enorme para el mundo de las letras. A raíz de ello, se han revivido muchas anécdotas de su vida, y una que ha llamado la atención recientemente es su opinión sobre Escobar y la serie "El Patrón del Mal". Vargas Llosa, que en su vida escribió 20 novelas y mantuvo una presencia constante en debates políticos y sociales, confesó en una columna del diario El País que vio los 74 episodios de la serie protagonizada por Andrés Parra, a quien elogió profundamente por su actuación.
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Pero su interés por Escobar no era por admiración, sino por lo que representaba: un símbolo del fracaso de la guerra contra las drogas. Vargas Llosa fue contundente en su crítica. Dijo que la represión solo genera “engendros destructivos” como Escobar. Y aunque reconoció la inteligencia del capo, incluso sugiriendo que pudo haber sido presidente de Colombia, también afirmó que su soberbia fue la causa de su caída junto con el imperio criminal que construyó.
La serie, basada en la investigación periodística "La parábola de Pablo", le sirvió a Vargas Llosa para plantear una reflexión sobre la legalización de las drogas. Para él, la raíz de todo es la corrupción, y mientras las drogas sigan siendo ilegales, seguirán surgiendo figuras como Escobar. Propuso, en cambio, que los recursos estatales deberían destinarse a campañas de rehabilitación y prevención.
Paradójicamente, mientras Vargas Llosa veía a Escobar como un símbolo del mal que la ilegalidad genera, en Argentina se detuvo hace poco a una banda criminal en el conurbano bonaerense liderada por un joven al que apodaban "El Patrón", en clara alusión a Escobar. En su casa, decorada con billetes de cien dólares con la cara del narcotraficante, quedó claro que para algunos delincuentes aún hoy, Pablo Escobar es un ícono.
Esa es justamente la trampa de estas figuras: terminan convirtiéndose en leyendas que inspiran, incluso desde su destrucción. Vargas Llosa lo entendió bien. Por eso, en lugar de romantizar a Escobar, usó su historia como una advertencia. Una advertencia que hoy, más que nunca, necesitamos escuchar.
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